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El Botiquín Mental

La mayoría de la gente está acostumbrada a tener en su casa un botiquín o por lo menos un espacio en la alacena o en el cuarto de baño destinado a guardar y almacenar medicinas de todo tipo: cápsulas, jarabes, pastillas, ungüentos, curitas y demás productos a los que yo llamo “Por si”. Por si me duele, por si me pica, por si no aguanto, por si me irrita, por si toso, por si me corto, por si no duermo, por si los nervios y por si un sinfín de síntomas y malestares que quizás aún no padecemos, pero creemos podemos tener en el momento menos pensado y de ahí que seamos tan “precavidos”. Buscamos remedio a todo y no queremos sentir ni el más mínimo dolor, la industria farmacéutica es feliz con nuestra debilidad y si bien es cierto que gracias a ella hoy contamos con maravillosos medicamentos, también lo es que el mercado está lleno de productos milagro.

Atrás quedaron los tiempos en los que hasta lo más duro se curaba con limón y no me malinterprete querido lector, por supuesto que estoy a favor de la evolución y reconozco los avances tan importantes de la ciencia que no sólo hacen nuestra vida más fácil, sino que nos ayudan a vivir más y mejor. Sin embargo, es de analizar nuestro comportamiento y ver que además de la genética, hemos hecho que la apatía, el estrés, la ansiedad, la baja autoestima, la desconfianza, el desánimo y el miedo sean las enfermedades que con frecuencia nos aquejan.

Hacemos todo lo posible por insensibilizarnos, de ahí, que día con día más gente de todas las edades se sume a las filas de los farmacodependientes. Así, vemos a muchas personas que viven anestesiadas pensando que los analgésicos también les aliviarán el dolor del corazón y cerrarán la heridas del alma; dejamos todo en manos de la pastillita milagro sin poner de nuestra parte. Nos hemos acostumbrado a pensar que lo que viene de fuera es lo que nos va a sanar, a salvar y nos olvidamos de que toda curación empieza desde el interior “El que ordena su mente ordena su cuerpo”.

Además de todos los tratamientos, medicinas y demás opciones que nos ayudan a recuperar la salud, todos los seres humanos llevamos integrado un botiquín, al que yo llamo “botiquín mental” y contiene uno de los ingredientes más poderosos y benéficos para la salud. Me refiero a LA RISA.

La risa es ese regalo con el que todos nacemos, pero que a medida que crecemos por las circunstancias que vivimos, las normas, las creencias, las obligaciones y demás, vamos perdiendo, pues tenemos la teoría de que los adultos debemos ser serios y mostrar madurez y así convertimos nuestra vida en una olla exprés, donde la presión es el pan nuestro de cada día. No hay más que observar a un bebé, es asombroso verlo reír varias veces al día de manera natural y espontánea.

La risa es un antídoto sin igual, cuando se produce nos proporciona una sensación de bienestar, cambia la expresión de nuestra cara y da la orden al cerebro de producir endorfinas, unas hormonas que tienen la función de reducir el dolor físico y emocional. Asimismo la risa nos ayuda a vencer los miedos, mejora la comunicación y nos hace tomar la vida con otro sabor, hace que rompamos esas limitaciones mentales que tenemos sobre nosotros mismos y que nos mantienen atados a una vida de dolor y sufrimiento. Una persona que se ríe es una persona inteligente. Además está comprobado que cuando nos reímos, no podemos estar preocupados: son cosas que no se llevan.

Sintonicemos nuestra vida a una frecuencia positiva, utilicemos nuestro botiquín mental y tomemos una buena dosis de risa cada día: es gratis y en verdad beneficia el cuerpo y el alma. Hagamos un esfuerzo por ver lo bueno que nos rodea y recuerde que reír hace que se mueva el diafragma, aumenta la capacidad pulmonar, fortalece el músculo cardíaco, aumenta la circulación sanguínea, pero sobre todo es sinónimo de alegría.

¡Que la risa sea su compañera de vida y usted un mensajero de alegría!

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